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miércoles, 8 de enero de 2014

La Pajarería de Transilvania


Si quisiéramos comprar mascotas fuera de lo común, solo tenemos que acudir a la Pajarería de Transilvania. Se trata de una serie aparecida de 1994, de origen franco-británico creada por Tony Barnes cuyo nombre original es Dr. Zitbag's Transylvania Pet Shop. Tuvo tal éxito que llego a tener publicación en forma de tira cómica en la revista británica de comics llamada Buster. Serie divertida que es una de esas rarezas que se recuerdan con mucho cariño, consiguiendo ser guardada en nuestra memoria a pesar de caminar entre esa delgada línea entre el éxito y el fracaso en sus orígenes.



La historia nos presenta al siniestro y chiflado doctor Sidney Granudo (Dr. Zitbag en la versión original) que decide empezar su negocio de venta de mascotas en Transilvania, en un castillo que por supuesto se trata de un castillo embrujado, donde encuentra a su fiel perro esquelético Horrifido, entre ambos comienzan el negocio creando variados engendros animales. Granudo es tremendamente avaricioso y egoísta, por ello siempre intenta desarrollar alocados planes para hacerse rico o conseguir algo en su beneficio, aunque siempre fallarán para su desgracia. Otros personajes destacados son por ejemplo el agente de policía local de cabeza flotante, el Agente Perezoso, que odia a Granudo porque él quería el castillo para convertilo en su nueva comisaria pero Sidney se le adelantó y por ello quiere cerrarle el negocio. También estarán cerca las hermanas Exorsister (Bimbela y Sinistra) para volver loco a Granudo con su gótico atractivo.


Con su desbordante estética inspirada en monstruos clásicos del terror dio historias llenas de humor, capaces de divertirnos cuando éramos pequeños, aunque creo que lo más atrayente de la serie eran las extrañas mascotas que aparecían en sus capítulos como Horrifido, el Franken Pulpo, el Hamster-Lobo. Pero el más popular de aquel retorcido bestiario resultante de mezclar animales con monstruos del terror clásico era el Conejito Zombi. Misteriosamente aquel animal de mirada vacía que ocupaba muchos planos en cada capítulo, a pesar de siempre aparecer inmóvil e inanimado, sin decir una sola palabra y cayéndosele el moco del hocico.



Lo que hizo de esta una gran serie podría ser el típico guión basado en un protagonista cuyos planes desafortunadamente terminan en fracaso, pero su estética siniestra y gótica combinada con la colección de engendros únicos, la convirtió en un inolvidable show.


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