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lunes, 18 de agosto de 2014

Los Patos poderosos



Si sumamos patos que juegan al hockey y Disney obtenemos a los Patos Poderosos, surgida en 1996 basada en la película Somos los Mejores que contaba la historia del equipo de hockey de Anaheim Ducks. El gran problema es que esta serie no tiene nada que ver con la película, la película mostraba a unos niños que jugaban en un equipo de hockey dónde lo realmente importante era la superación y el espíritu de equipo, pero aquí vemos a un grupo de patos antropomórficos alienígenas que van armados hasta los dientes y que usan como tapadera jugar al hockey sobre hielo, la diferencia es inapreciable ¿verdad? ¿VERDAD?. Este programa surgido para el espacio Disney Afternoon (el Club Disney en España) empezó a mostrar su decadencia en shows de animación, buscando ser modernos y radicales (algo que nunca le ha funcionado a nadie), ya que resulta vergonzoso que exploten una franquicia para generar un producto, porque esto no es una serie, es un producto hecho sin cariño ni motivación, como la bollería industrial (oooooh dulce y pecaminosa bollería industrial), y eso hizo mella en su éxito entre la audiencia debido a su pésima calidad.



La serie giraba en torno al grupo de ya mencionados patos antropomórficos alienígenas que de día juegan en la liga de hockey y de noche salvan el mundo de amenazas procedentes del espacio exterior y otras dimensiones. Estos siete héroes, cuyas características están algo estereotipadas y su desarrollo es nulo siendo más simples que un folio en blanco, habiendo un tipo fuerte, un líder, un guaperas de turno, el científico, la chica atractiva o el tipo sombrío con un parche en el ojo; juntos tendrán que hacer frente al malvado Lord Dragaunus (en la versión original doblada por el gran Tim Curry) con planes para destruir el mundo, además de otros villanos de poca monta que siempre eran derrotados y que eran totalmente prescindibles y sin carisma. Por no mencionar que por mucho que dijeran que jugaban al hockey, apenas había capítulos ni escenas en que estuvieran jugando al hockey, lo cual resultaba irónico ya que nos restriegan constantemente que son los mejores a este deporte.



Fue una serie comercial de Disney que tuvo poco reconocimiento ya que no conseguía ilusionar a pesar del derroche de explosiones y láser. Los personajes no tenían carisma, las situaciones eran forzadas, la animación tampoco era nada del otro mundo y la verdad no tenía nada que ver con la película en la que estaba basada. Sé que esto ya lo he mencionado pero es como si llamara a una serie Parque Jurásico y aparecieran octogenarios que de noche se disfrazaran de superhéroes para hacer frente a bebés radiactivos con sus caderas protésicas, ¡sería absurdo! Como lo es esta serie. Tal fue el mal resultado que produjo y las bajas audiencias que generó que fue el último show para Disney Afternoon antes de que desapareciera.




Una serie que nos ofreció aventuras contra alienígenas malvados y una dosis de acción, lo suficiente para entretenernos pero sin llegar a ser una serie de calidad.




martes, 12 de agosto de 2014

Daría


Hace algunos años surgió una serie que se separaba de la animación usual, en ella los dilemas sociales y morales de la sociedad se imponían. Este es el caso de Daría, un spin-off de la serie Beavis & Butthead que se emitía en la MTV, en la cual este personaje surgía eventualmente con su sobrio carácter que contrastaba bastante con el de los absurdos protagonistas. Apareció en la MTV también de la mano de Glenn Eichler y Susie Lewis Lynn en 1997, en España pudimos disfrutarla cuando la cadena, entonces de música, entró en la parrilla televisiva nacional. Esta serie supuso una sorpresa para aquellos televidentes que empezaban su vida adolescente, ya que ofrecía algo con lo que poder identificarse, mostrando unos diálogos inteligentes con toques de sarcasmo, en los que se cuestionaba lo que se consideraba socialmente correcto con personajes inconformistas entre los que se mezclaban con éxito personajes típicamente tópicos con otros más alternativos.


En ella nos muestra a Daría Morgendorffer, la típica adolescente inadaptada social, con gafas de pasta, inconformista e inteligente, con cierto comportamiento sociópata e indiferente como mecanismo de defensa ante un mundo lleno de ironía e hipócritas. Como contrapunto sus padres son los típicos padres que desconocen las inquietudes de sus hijas, Daría tiene una hermana llamada Quinn que destaca por ser totalmente opuesta a nuestra protagonista, es el típico cliché de pija absurda, coqueta y superficial. El otro personaje destacable de la serie es Jane Lane, la mejor amiga de Daría, también inconformista, de humor negro y con conocimientos sobre arte, ya que en la serie había numerosas referencias culturales a artistas de la pintura y la literatura, aunque a diferencia de su amiga, Jane sabe disfrutar de los momentos de humor siendo capaz de resultar divertida y animada si la situación lo requiere y seria en otros casos, mostrando un personaje con un registro muy realista. Por cierto Daría parece que siente algo por Trent Lane, hermano de Jane, que resulta el amor imposible de Daría dándole ese toque de enamoramiento platónico que encaja también entre los adolescentes.


Los gafapasta se asociaban entonces (y ahora) a gente muy culta y con un gran mundo interior, con el cual es muy fácil identificarse; suena a idea original, pero entre los adolescentes es un truco muy barato y siempre efectivo que el autor supo explotar para contactar con el público de manera efectiva. Ya he dicho lo maravilloso que es la protagonista independiente con su inexpresividad, pero no me parece en absoluto un personaje ejemplar, ya que su falta de entusiasmo es deprimente impidiéndome conectar con la protagonista debido a su excesiva indiferencia y su total carencia de aspiraciones por nada. Por otro lado, puede que la verdadera clave de la serie resida no en identificarte con Daría, como he defendido hasta ahora, sino compararte con el resto de personajes cliché que aparecen, ya que posee una gran variedad de ellos.



A pesar de todo, tuvo gran éxito porque nos ofrecía algo fresco y rebelde, con unas conversaciones con frases cínicas y situaciones más adultas manejadas con un humor sobrio pero atractivo.